Desde mayo de 2010 cuando Zapatero dijo que había visto el abismo estaba claro que más pronto que tarde España sería “rescatada” o “intervenida”. Los mercados lo han dejado claro con Zapatero y también con Rajoy, les ha dado igual las reformas, su objetivo era llevar a España al abismo, y estamos camino de él. Ni la reforma laboral más agresiva de la historia reciente de España, ni el recorte brutal de 10.000 millones de euros en sanidad y educación, ni las reformas con las que nos tortura viernes tras viernes el gobierno del Sr. Rajoy sirve, porque su interés es otro. Quieren deslocalizar la mano productiva de Europa en el sur del continente (Grecia, Italia, España, Portugal) desregulando las relaciones laborales, desmontando el Estado de Bienestar, acabando con lo público, destruyendo las conquistas sociales que ha costado décadas conseguir. Quieren acabar con todo, para luego instalar aquí sus empresas, sus negocios a un coste económico y social mucho más bajo, seremos los esclavos laborales del siglo XXI.
Los trabajadores y trabajadoras de este país, que no se han beneficiado de la burbuja inmobiliaria, pagaremos los platos rotos de la gran fiesta del ladrillo. Una fiesta organizada y protagonizada por los bancos, los constructores, los especuladores, los mercados y con la mirada en otro lado de los partidos políticos, cuando no en la bolsa de las ganancias. Ellos se van de rositas de todo este escándalo, los banqueros con indemnizaciones y pensiones millonarias, los constructores llevando sus empresas a economías emergentes para reproducir el ciclo de la burbuja, y a los especuladores o a los mercados les interesa apostar por el desplome de España, por eso no cesaran en su acoso de nuestro economía. Quizás nos den unas semanas de tregua pero volverán, y pedirán más sacrificios, unos sacrificios que solo pagaremos nosotros. Y pasaremos del “rescate a la banca” al “rescate general del país” y de este a la “intervención”. ¿Cuántos han terminado procesados o en la cárcel por este escándalo sin precedentes?
Se están hablando de bajadas salariales en torno al 20% en muchas empresas, ¿alguien sabe lo que significa para una familia media de este país una rebaja de esa cantidad? Pues tanto como ir encaminados a velocidad de crucero hacia un empobrecimiento sistemático que no seremos capaces de recuperar al menos en una generación completa. Porque añadido a la rebaja de sus salarios se suma la subida de impuesto (hasta ahora el IRPF, pero en breve el IVA). El pagar más por los medicamentos, un recorte en las prestaciones sanitarias, la subida de tasas en la formación profesional o la universidad, sin contar con las subidas de tasas e impuestos que las Comunidades Autónomas o los Ayuntamientos realicen. Literalmente esa familia (la tuya o la mía) se verá abocada a la pobreza ¿Y qué pasa con los que han generado todo este desaguisado? Pues serán más ricos, más poderosos, más impunes.
¿Y quién nos informa verazmente? Este tema también lo tenemos complicado. La carencia de periodistas en este país, suplidos por los mercenarios de la información, defensores no de la veracidad y la independencia sino de los mandatos de sus valedores políticos y económicos nos dirán una cosa y todo lo contrario, dependiendo del panfleto que cada uno compre. La dictadura mediática nos obliga a enterarnos de lo que pasa en nuestro país por la prensa extranjera o en el ciberespacio gracias a la información que en horizontal compartimos en las redes sociales, o de la aportación de gente desinteresada que quiere aportar su grano de arena para desmontar esta gran mentira.
Estamos “intervenidos” de facto, pero si salvar los bancos supone más de 100.000 millones de euros, imaginar lo que sería salvar todo el país, han tenido que decidir, y han decidido salvar la banca con dinero del pueblo, y el pueblo será el que pague los sacrificios que conlleva esta situación. Nos engañaran, buscaran palabras dulces que mitiguen el dolor de la verdad, rebuscaran en los diccionarios definiciones para que nos perdamos en debates estériles sobre si es “rescate” o “préstamo”, nos dirán lo contrario de la verdad para que no tomemos calles y plazas, para que la mayoría social no diga ¡BASTA YA!, para que la clase trabajadora no se plante ante tanta injusticia. Pactaran en los pasillos del congresos con sus mayorías, lo llamarán pactos de estado, o buscaran palabras rotundas para decirnos que no hay más solución. Los sindicatos son la última trinchera que nos queda para poder defendernos, no nos pueden fallar, hay muchas cosas que criticar, muchas que cambiar pero están formados por nosotros, por trabajadores, por personas que sufrimos en nuestras carnes el ataque brutal del capital. Ya tendremos tiempo de echar en cara lo que se ha hecho mal, pero ahora hay que unir las voces, las banderas, hay que llamar a la mayoría social a la huelga, a las movilizaciones, a la denuncia, y devolver a la clase trabajadora su lugar, llevar a los corruptos a las cárceles, y lanzar un claro mensaje a los mercados, CON NOSOTROS NO VAIS A PODER, PORQUE RESPONDEREMOS HASTA EL ÚLTIMO ALIENTO A VUESTRA GUERRA, Y LA GANAREMOS.
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