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lunes, 30 de diciembre de 2013

Hoja de ruta para el 2014

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En el año 2013 murió uno de los grandes hombres de la historia de la humanidad, Nelson Mandela, dejando como legado para la historia su inmensa capacidad de perdonar, con el fin de un objetivo mayor al sufrimiento propio, y que no era otro que la reconciliación de su nación para terminar con el apartheid, el cruel sistema de segregación racial aplicado en Sudáfrica. Desde mi admiración por su ejemplo, quiero basar mis deseos y convicciones para el 2014 en ese legado que Mandela deja a toda la humanidad.

Únicamente seremos capaces de avanzar cuando, en este camino, nos demos cuenta de que sólo es posible la transformación si cada uno de nosotros es capaz de perdonar al otro, y de encontrar el perdón del otro. Solo desde la grandeza y la altura de miras de aún sabiéndonos diferentes encontrar aquello que nos une, podremos hacer grandes cosas. Nelson Mandela, y tantos otros personajes de la historia de la humanidad, entendieron que sólo son posibles las grandes revoluciones, duraderas y sostenibles en el tiempo, si se hacen desde la capacidad de perdonar y ser perdonado, desde la grandeza de encontrar aquello que nos une por un bien común, en lugar de buscar permanentemente la diferencia. España reencontró su espacio en el Mundo, tras los oscuros años de la dictadura, porque supimos encontrar lo mejor de nosotros mismos para ser capaces de pactar y consensuar con el otro, con el diferente, con el que estaba en una opción muy distinta a la nuestra. Hoy, España se encuentra perdida y sin rumbo porque no tenemos líderes de talla que sepan aglutinarnos a todos en un proyecto común, en un viaje ilusionante por recuperar nuestra esencia como pueblo y nuestro lugar en el Mundo. Es la época y el momento de un gran cambio generacional, es tiempo de ir jubilando a quienes llevan 30 años en puestos de poder, es tiempo de reflexionar sobre qué modelo de sociedad deseamos ser, pactar cómo debe ser el modelo educativo, económico, sanitario, social… no cambiar todo con cada gobierno de turno, y poner al frente a las personas más preparadas, con un fuerte liderazgo, sólo así volveremos a ser lo que nunca debimos dejar de ser, un gran pueblo.

Es cierto que nos lo ponen muy difícil, cuando atacan nuestras libertades, cuando desahucian a la gente de sus casas, cuando el número de pobres en nuestro país y en todo el contexto europeo se ha disparado, cuando los comedores sociales día a día se llenan de más gente que no tiene ni qué comer, cuando los comedores escolares tienen que abrir las puertas durante las fiestas para que los niños al menos hagan una comida caliente al día, cuando más del 25% de la población está en paro y sin posibilidades de encontrar un trabajo (y mucho más preocupante es que esa cifra se duplique entre los jóvenes), cuando millones de personas siguen muriendo en el tercer mundo mientras en el primero tenemos los remedios para que no mueran, cuando la desigualdad social aumenta sin freno, cuando los que gobiernan no saben dar respuestas claras a un pueblo desesperado y decepcionado, cuando lo que parecían primaveras de libertad se han convertido en más de lo mismo pero con otras caras.

He aprendido de mis abuelos que, a pesar de haber sido perseguidos, torturados y condenados a muerte por defender el legítimo gobierno de la República, la grandeza no estuvo sólo en la lucha por unos ideales sino en saber perdonar en el momento de la muerte del dictador, haciendo así posible una transición que hoy nos permite vivir en una democracia. Yo tuve la suerte de conocerlos y de aprender grandes cosas de ellos, pero otros muchos están en tumbas comunes, en las mismas cunetas que les vieron morir. Ellos son parte del Gran Perdón con mayúsculas de la mitad de una España que, apostando por una vida en democracia, hizo borrón y cuenta nueva, escribiendo así una Constitución que nos trajera la Libertad. Ellos son un ejemplo, al igual que Mandela (España ha tenido millones de “mandelas” anónimos), gentes que no pidieron revancha, que no exigieron venganza, el ojo por ojo. Ellos tenían una visión mayor de lo que era bueno y necesario para España en ese momento, la Libertad, que estaba por encima de todo. Eso sí, sin perder la Memoria Histórica, porque el problema es que quienes pretenden revisar la historia, desde posiciones conservadoras, lo hacen eliminando de esa Memoria la grandeza y la generosidad de esta multitud de “mandelas”.

La grandeza es de ellos, claro ejemplo de perdón, y no la de tanto agitador que desde los pulpitos religiosos, mediáticos o políticos nos siguen intentando adoctrinar como a borregos sobre el aborto, las libertades individuales y colectivas, sobre la homosexualidad, abriendo odios y miedos a todo lo nuevo, a todo lo desconocido. Dictando lo que es bueno y lo que no, separando familias, imponiendo una sola verdad (la suya) sobre la razón, enfrentando hermano contra hermano, y reproduciendo historias del pasado de las que todos queremos huir. Los radicales de derechas y de izquierdas, los extremistas de cualquier lado, no quieren el entendimiento, ni la razón, ni saber pedir perdón y perdonar. No entienden de convivencia, ni de valores humanos, no asumen compromisos, ni saben lo que es sentir con el otro, por el otro y para el otro, porque no saben de entrega, de solidaridad, de sinceridad. No saben que todos, todos sí… todos, nos equivocamos, y no comprenden que no pueden seguir habiendo dos Españas del enfrentamiento (cuando menos) porque eso nos debilita, nos mata. Debe haber, eso sí, tantas Españas de la diversidad como sean necesarias, vividas desde el respeto a la diferencia, enriqueciéndonos con lo distinto y sin ningún miedo por ello, en la seguridad de que la suma de todos nos hace más grandes, más fuertes, engrandece esa Libertad de la que tanto hablamos y que tan poco nos dejan ejercer.

Creo en el legado de Mandela, que hay que hacer un gran esfuerzo por saber perdonar y por estar a la altura de los retos que la vida nos impone, desde la lucha activa por los valores y principios que nos hagan más libres, justos e igualitarios, a cualquier otro nivel de nuestra vida.

Te deseo a ti y a los tuyos lo mejor para el 2014, y que los sueños, esperanzas e ilusiones se vean cumplidos, que haya trabajo y salud para todos, y que seamos capaces de recuperar los derechos y libertades que nos han robado. 


lunes, 23 de diciembre de 2013

La revolución de CREER

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“Todo se condensa en el verbo CREER. Creer en el sentido y la fuerza de la palabra para infundir confianza en la capacidad personal de lograr algo. Creer en la entrega sin límites a una causa mayor, que genere ilusión en nosotros mismos y en los demás. Creer con fe ciega en que formamos parte de una maquinaria maravillosa, que puede cambiar el mundo y que trasciende todos los límites.”
Juan Verde  (de su libro “Soñar es Poder”)

Este año he tomada prestada la reflexión de Juan Verde para felicitar la Navidad, porque sólo volveremos a ser lo que fuimos si somos capaces de CREER. Hay muchas formas de creer, lo primero en nosotros mismos, como colectivo, como grupo, como gente animada a transformar y cambiar el mundo que hemos heredado. Y además de CREER, debemos ser capaces de generar la mayor y más revolucionaria de la energías, la ILUSION. Si creemos y tenemos ilusión en aquello en lo que creemos habrá prendido en nosotros la mecha necesaria para poder ponernos en marcha.

Una sola gota de agua puede transformar el mundo, si todos nos creemos gota de agua y creemos en el proyecto del que formamos parte, porque de una gota nos habremos transformado en una tremenda lluvia. Y el mundo está necesitado de una lluvia fuerte provocada por gente con valores y principios, con gente honesta y sincera, con gente entregada con Fe a una causa que está por encima de nosotros como individuos, y hace del colectivo una fuerza imparable.

Aprovecho para de desearte a ti y a todos los tuyos una muy feliz Navidad, y que las ilusiones y esperanzas se vean cumplidas. Recibe un cordial y fraternal saludo.
 

miércoles, 18 de diciembre de 2013

UGT debe estar a la altura

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Tengo un sueño, decía Martin Luther King. Yo también tengo un sueño, el de que alguna vez saldremos de esta pesadilla en la que la sociedad civil vive. Mis abuelos lucharon en la revolución del 34 en Asturias, y luego en la defensa del legítimo gobierno de la República en el 36, y lo hicieron en busca de unos valores puros de convivencia y de compromiso político. Muchos compañeros de la UGT han dejado sus vidas en las cunetas de España (algunos aún no han sido encontrados) y lo hicieron en defensa de los principios fundamentales y los valores que UGT representa. Por su legado, por su historia, por su compromiso, por su defensa hasta la muerte de unos ideales, les debemos una altura ética y preservar ante todo las siglas y el legado que han dejado a nuestro cargo. Ser de UGT es mucho más que militar en una organización sindical, es toda una filosofía de vida, de compromiso activo en defensa de un modelo de sociedad, una sociedad en la que la clase trabajadora ocupe el papel que legítimamente le corresponde. Somos miles de delegados, cuadros y afiliados honestos, que nos dejamos la piel por nuestros compañeros, que cada día dedicamos muchas horas a ese compromiso, dejando muchas veces a nuestra familia y seres queridos en un segundo plano. Por todo ello la respuesta de nuestros líderes y dirigentes no puede ser tibia, no puede estar a medio gas, no puede tener ni un solo miramiento.

Si algo se ha hecho mal, sálgase a dar la cara y mirando a los ojos de los compañeros, de los trabajadores, de la mayoría social. Dígaseles la verdad y pidamos perdón, sea nuestra la culpa o de un tercero. Con el que haya atentado contra los principios fundamentales o los valores que representa UGT, actúese con toda la contundencia, sin dilación, sin paños calientes y antes de que la justicia determine, y seamos nosotros los primeros en pedir algo más allá de si hubo delito o no, en reclamar toda la ética que debería siempre acompañar a la labor de representación.

Pero dicho esto, hay también que añadir a la prensa de la derecha más casposa, atizándonos sin contemplaciones y tildándonos de todo lo imaginable e inimaginable. Sabemos que la inmensa mayoría de lo que dicen está manipulado intencionadamente con el único objetivo de dañar a la UGT, que se busca un ajuste de cuentas por haber liderado la oposición que no hace el PSOE contra este gobierno, y eso no nos lo van a perdonar jamás. Pues salgamos con toda la contundencia a responder, a decir la verdad que ellos falsean y convierten en presunción de delito. Es cierto que ellos controlan los medios, pero usemos las redes sociales, convoquemos a nuestros cuadros y afiliados, demos todas las explicaciones, los argumentos, para que cualquiera que milite y defienda a la UGT se pueda defender en las fábricas, en los centros de trabajo, en la cafetería cuando están con sus amigos, e incluso ante sí mismo. Parece que nos acompleje decir alto y claro lo que la UGT es y representa unos principios fundamentales que están por encima de las personas particulares, y que la historia avala a una UGT en la que no hay nada de qué esconderse. Si uno de los nuestros es pillado en algo ilegal… ni medio segundo más en la organización, nuestra respuesta no puede dejar lugar a la duda.

Hay mucho en juego, 125 años de historia, la lucha por un modelo de sociedad más justa e igualitaria, una lucha por la que muchos de los que nos precedieron pagaron un precio muy alto, incluso la vida, y millones de personas que a lo largo de los años han confiado en nosotros y que lo siguen haciendo. Estemos a la altura que nos exige este momento.
 
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